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La historia de Salty Soul

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Las historias detrás del proyecto Salty Soul

 

 

Detrás de cada proyecto solidario hay personas con una buena intención y ganas de ayudar al resto. Salty Soul nació a partir de la ambición por viajar, descubrir el mundo y dar visibilidad y apoyo a los más desfavorecidos, estas son las historias de Mikel, Iñaki y Javi, los 3 integrantes del proyecto Salty Soul que pretende recaudar 2€ por kilómetro recorrido en un viaje desde Canadá hasta México en bicicleta

Mikel Andoni, 27 años y Tudelano

Soy Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Máster en Formación al Profesorado y Graduado en Educación Primaria en la especialidad de Educación Física. Amo el deporte, la naturaleza, el mar, los niños, las personas, la diversidad cultural, los ancianos y ancianas…amo la vida y trato de perseguir mis sueños haciendo lo que más me gusta hacer: Viajar y surfear.

Un año de estudios en Brasil fue más que suficiente para volverme adicto al surf y a viajar. Brasil me abrió los ojos y me hizo encontrar lo que más me apasiona a día de hoy. Cuando acabé mis estudios en 2013 me di cuenta que necesitaba aprender inglés si o si para poder comunicarme con cualquier persona alrededor del mundo. Así, me fui un año a Irlanda, donde además de mejorar mi inglés, obtuve la titulación de Profesor de Surf Internacional (ISA Surf Instructor), certificado que llevo utilizando desde entonces. Al año siguiente decidí moverme a Tenerife donde realicé el Máster de Formación al Profesorado, para en un futuro poder ser docente de Educación Física. De momento no he sentido la motivación de atarme a ningún trabajo, estoy contento con lo que hago, 3 veranos consecutivos de monitor de surf en Irlanda, 5 meses en Indonesia, 3 inviernos en Canarias y escapadas a Francia y Portugal han sido los protagonistas estos últimos años. Al mismo tiempo que viajaba he ido mejorando mi CV a través de la universidad online, donde realice el Grado de Educación Primaria.

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Ha día de hoy tengo dos carreras y un máster, formación más que suficiente para tener una vida estable y cómoda. ¿Pero es esto lo que quiero ahora? Lo tengo claro, aún no. Al fin y al cabo,  vida es una, por ello trato de hacer lo que más me gusta hacer. Soy feliz haciendo lo que hago y eso es lo importante.

Mis compañeros de universidad siguieron su camino en la educación, opositando, entrando en listas y poco a poco obtenido esa plaza tan laboriosos hoy en día en la educación. Yo, sin embargo, opte por un camino diferente. Un camino donde la incertidumbre es protagonista, vivir el día a día, un día aquí y otro allá. Opte por trabajos temporales de 3-4 meses en el mundo del surf, junto a cualquier tipo de trabajo que aparece a lo largo del camino, por ejemplo, cuidar una mansión en Inglaterra, trabajar en la construcción, jardinero e incluso limpiar fábricas. A nadie le gusta hacer este tipo de trabajos, pero a mí me permiten hacer lo que más me gusta en la vida.

¿Dónde está el secreto? ¿Cómo ahorrar dinero para viajar tanto? El secreto está en que los trabajos te incluyan el alojamiento y por supuesto que estén pagados como corresponde. He vivido muchos meses en caravanas y auto caravanas. Llevo una vida sencilla y durante mis viajes trato de vivir de la forma más económica posible.

Salty Soul, en español “alma salada” surge como un estilo de vida que llevábamos realizando desde nuestros estudios en Brasil, tanto Iñaki como yo. Fue en Irlanda cuando le dimos nombre a nuestra filosofía de vida. Recuerdo aquella fría tarde de verano en 2015, Iñaki y yo estábamos haciendo la temporada de verano como profesores de surf. Estábamos en la auto caravana, un día de lluvia, no teníamos nada que hacer y comenzamos a pensar en nuestra próxima aventura, algo distinto de lo que hasta ahora no habíamos hecho. Así, de la nada, se nos ocurrió la idea de viajar en bicicleta por el continente Norte Americano: 3 meses, 3 países, 3.000km. Surfear, pedalear y recaudar fondos para aquellos que más lo necesitan era algo que no habíamos hecho aún. Y aquí estamos, en California cumpliendo nuestro sueño.

 

Mi relación con los deportes de aventura comenzó temprano, en mi infancia. Recuerdo en la “Argia Ikastola”, cole donde estudié, iba a extraescolares de escalada y salía al monte con el grupo de Quetzal de jesuitas. Ya desde entonces tenía gran afición por la montaña. Siempre ame la naturaleza. Más adelante en la Universidad de León, seguí escalando en roca y empecé con a probar triatlón durante dos años en el equipo de la universidad, llegando a participar en el campeonato universitario de España. Sin embargo, no fue hasta 2011 que descubrí el surf en primera persona, en Brasil. A día de hoy todavía sigo escalando, siempre que tengo ocasión, pero la prioridad he de decir que la ocupa el mar y la búsqueda de olas. Conocer diferentes lugares y culturas al mismo tiempo que buscamos olas solitarias es algo que me apasiona. Hay a veces que las olas no llegan o no las encuentras, pero las experiencias y vivencias en el camino no tienen precio.

Siempre he sido consciente de la suerte que tenemos de nacer donde hemos nacido. Somos muy privilegiados por ello. Tenemos todo tipo de facilidades y comodidades: educación, sanidad, comida, agua, transporte, viajes, coches, tv… Creo que es muy importante ser consciente de que no todos en este planeta tenemos las mismas oportunidades, ni facilidades, ni comodidades. Vivimos en un mundo lleno de desigualdad y pobreza, y con pequeños gestos, entre todos, podemos hacer de este planeta un mejor hogar para muchas otras personas que no tienen esos aspectos tan básicos que apenas llegamos apreciar en nuestra sociedad: agua, sanidad, comida, hogar, educación. Por ello, poder ayudar de la forma que sea, para mí, es una obligación. Ayudar a los que lo necesitan mientras puedas es necesario. Tú por mí, yo por ti. Todos somos uno. Todos podemos mejorar estas desigualdades.

A través de nuestro viaje “Salty Soul Project” quisimos aportar nuestro granito de arena recaudando dinero para dos ONGs, en este caso “Kubuka, Más por Ellos” y “SOS Himalaya”. El impulso de ayudar a las ONGs a realizar la labor tan necesaria que están haciendo, fue un impulso innato. Sabíamos que nuestro viaje iba a llamar la atención en las redes sociales, tres amigos en bicicleta con las tablas de surf por toda la costa de Norte América llaman la atención. Así, pensamos aprovechar esto para una buena causa, pedir ayuda a todas esas personas que nos siguen, e incluso inspirar a la gente joven a realizar proyectos de ayuda a las personas que más lo necesitan. La ONG “SOS Himalaya”, la conozco puesto que Iñaki Ochoa, montañero Navarro, que en paz descanse, es una persona que me inspira mucho. Su filosofía de vida, su forma de subir las montañas, su respeto a las personas y a la naturaleza son dignas de admirar.

¿Qué espero de este viaje? Sé que vamos a cumplir con el reto de la recaudación de fondos, no tengo duda ninguna de ello. Espero inspirar en algo positivo a todas esas personas que nos siguen, ya se incentivándoles a ayudar a los demás, a crear su propio proyecto, a cumplir sus sueños, a respetar la naturaleza, etc. En definitiva, se trata de dejar una huella positiva en nuestro entorno. Todos podemos ayudar y demostrarlo mediante un viaje creo que es algo muy bonito.

Por supuesto también espero pillar esa ola que tanto me hace soñar, un derecho de un cuerpo pasado, ligera brisa de viento offshore, paredes infinitas y tres amigos en el agua. Espero conocer y disfrutar del camino como estamos haciendo hasta ahora. Llegar a México y haber recaudado los 6000 euros para estas dos ONGs y encontrarnos un olón en baja California, va a ser triunfal!.

Después…el paso siguiente le llevo dando bastantes vueltas últimamente y la verdad que me muero de ganas de ir a Nepal y a Kenia y conocer en primera persona a todas aquellas personas que estamos ayudando entre todos. Ver que es lo que se va hacer con ese dinero y ayudarles a lo que haga falta. Conocer ambas culturas y valles seria todo un sueño para mí. Tengo claro que en cuanto acabe este proyecto me tocará currar para poder irme a África y de ahí a Nepal.

¡La vida es una, vamos a por ella!

 

Iñaki Miramón Vidondo, 29 años y tudelano

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte a través de la Universidad de León. Desde que comencé la Universidad mi sueño era volver a casa, y buscarme un hueco en el mundo de la docencia, a poder ser en el instituto donde estudié. Los años pasaban y las expectativas seguían siendo las mismas. Que mejor que trabajar en el colegio donde tu estudiaste, a 5 minutos de casa rodeado de la gente de toda tu vida.

Pero todas estas expectativas de vida cambiaron radicalmente de un año para otro.

El 4 año de carrera decidí junto con Mikel llevar a cabo un intercambio en Florianópolis (Brasil), donde aprovechamos para hacer nuestro primer viaje como mochileros recorriendo países como Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay… En el camino conoces gente y te comenta que han dejado su trabajo de toda su vida para salir a viajar y conocer el mundo, gente que creía que lo tenía todo, pero sabían que había algo ahí fuera que les faltaba por descubrir. Y tú te preguntas, ¿es eso posible? ¿La gente deja un trabajo porque quiere viajar? Es ahí cuando comencé a darme cuenta de que hay otras posibilidades de vida. Que el viajar es posible como forma de vida.

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Nos han educado a lo largo de los años en que debemos seguir un ciclo lineal en el cual acabamos nuestros estudios, debemos buscar un trabajo, una mujer con la que casarnos, tener hijos, y ya si es posible una vez que nos jubilemos disfrutar de la vida. Ojo. No quiero decir con ello, que esté en contra de ello. Cada uno debe seguir los pasos en la vida que crea que lo guían hacia su propia felicidad. El problema es que muchas veces, por miedos, temores o mero desconocimiento no sabemos de otras opciones y no tenemos idea ninguna de que hay ahí fuera esperándonos.

Una vez finalicé con mis estudios tomé la decisión de irme un tiempo a Inglaterra para aprender inglés. Aproveché mi estancia en Devon para obtener mis cualificaciones de profesor internacional de surf y socorrista acuático. Y es aquí donde el deporte ha jugado un papel importante en mi vida. Siempre apasionado por el deporte. Me considero una persona activa, nerviosa e inquieta por naturaleza. Fútbol, tenis, atletismo y cualquier cosa que significase moverme ha formado parte de mi vida. No concibo una vida inactiva. Estamos hechos para movernos. Y fue en mi estancia en Brasil cuando experimente por primera vez el surf. Algo que cambió mi vida de manera radical una vez más. El surf y viajar van de la mano. La búsqueda de nuevas olas, ya sea en islas paradisíacas, en las que podría verse reflejado el significado de la palabra perfección, o parajes invernales con olas desconocidas sin aglomeraciones debido a las duras condiciones climáticas, la búsqueda de esos paisajes se ha convertido en mi vida. Son ya 5 continentes los que he surfeado, viajado y vivido desde que acabé mis estudios allá en 2013. Inglaterra, Irlanda, Indonesia, Marruecos, Brasil, USA, Australia entre otros.

 

 

Y fue durante un duro y gélido verano irlandés allá en 2015 cuando surgió junto a Mikel la idea de llevar a cabo este proyecto. Desde Canadá hasta México en Bicicleta. 3 meses, 3 países. ¿Por qué no? Seguíamos hablando del viaje, lo teníamos en mente, pero yo tuve la fortuna de conseguir una visa de trabajo durante un año en Australia. Y ahí fue donde conocí a Javi, en Byron Bay y le comenté sobre el proyecto que teníamos entre manos un noviembre de 2016. Le pareció un viaje interesante, pero ahí quedó. Era una idea, un proyecto, una ilusión.

Mikel y yo hablábamos mucho del viaje. Pero parecía que nunca iba a suceder. Habían pasado dos años y nada estaba firme. Llegó un momento que tuvimos que pararnos y decir, este viaje lo queremos hacer sí o sí. Pongamos una fecha y adaptemos todo en función al viaje. Y así fue, mitad de 2017 decimos que a comienzos de año daría comienzo la aventura.

Nunca antes habíamos llevado a cabo un proyecto de tales dimensiones. Consideramos que era una oportunidad única para hacer algo diferente, para tratar de aprovechar y ayudar un poquito a gente que realmente lo necesita. Porque por suerte no conocemos lo que significa la palabra necesidad, y ahí gente ahí fuera que sí. Y no podemos olvidarnos de ellos. Somos lo que somos gracias a nuestras familias, pero hay gente que no ha tenido esa misma suerte. Por lo que decidimos usar este viaje como una llamada de atención. Hacer ver a la sociedad que a través de algo sencillo como viajar es posible ayudar a otros. No hace falta venirse hasta EEUU para llevar a cabo algo similar. Una recogida de alimentos en tu barrio, una carrera benéfica, etc. Hay mil opciones. Esta es la forma que nosotros hemos escogido, porque es lo que nos gusta hacer en la vida. Viajar y conocer.

Una vez Javi decidió unirse al proyecto escogimos dos ONG con las que colaborar. Javi escogió KUBUKA, organización con la que colabora hace unos años en Kenia y tanto Mikel como yo escogimos SOS HIMALAYA debido a que conocemos la labor que están llevando a cabo en Nepal tratando de cumplir el sueño de Iñaki Ochoa de Olza.  Iñaki era un alpinista profesional de Pamplona. Tenía un sueño, y era el de dar de vuelta a Nepal todo lo que el país y su gente le había ofrecido a lo largo de tantos años. Pero por desgracia falleció en su intento de cumbre en el Annapurna en 2008. Y es ahí donde SOS HIMALAYA está intentando llevar a cabo su sueño.

Y aquí estamos, recién entrados en California con 1200km en las piernas tratando de conseguir el objetivo de conseguir el dinero para los niños de Nepal y Kenia.

 

Javi

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Yo por hacer un poco de contraste, soy andaluz, de Córdoba! El que hace las gracias vamos. Aunque el mar no le pilla al lado, soy un amante del mismo y me flipan los deportes de agua. Le doy mucha caña al kite surf y al buceo. Cuando no tengo la playa cerca, me muevo sobre longboard. No importa como sea, lo que cuenta es tener una tabla bajo los pies.

Igual que el mar, también me gusta viajar y de la forma más sencilla. Creo que el exceso de lujo se carga la esencia de lo que deberíamos considerar «viajar». La pureza de un viaje es proporcional a la simpleza del mismo. Oriento mi vida, mi viaje y proyectos a la búsqueda de lo auténtico.

Hace unos años estuve de voluntariado en Kenia con Kubuka y conocí de primera mano sus proyectos y los niños a los que ayudan. El estar cara a cara con la realidad de la gran mayoría de la población de este planeta, me cambió el chip. Vivimos en una sociedad completa y exageradamente desequilibrada en cuanto a calidad de vida. El primer mundo, en su mayoría, vive en una burbuja en la que no ve más allá de los programas de TV. Comprendí que yo, como persona, tenía la obligación moral de ayudar a otros que no tienen lo que, por humanidad, le corresponde.

Pero cómo puedo ayudar? Qué puedo hacer yo para cambiar el mundo? Lo que mejor suele hacerse, es lo que se disfruta. Y yo disfruto viajando. Hace tiempo tenía pensado hacer un viaje benéfico en bicicleta por algún lugar del mundo. Hablando con Iñaki me contó que tenía la misma idea, así que fue fácil: lo hicimos juntos!

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13 Abr, 18

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